Hidrátate mientras viajas en avión

Nervios, colas, algún malentendido, prisas y también largas esperas. Los viajes en avión nos hacen pasar por no pocas molestias que debemos soportar para poder disfrutar de nuestro destino, sea por vacaciones o por trabajo. Sin embargo, solemos prestar poca atención a algo realmente fundamental quizás porque nos pilla en pleno vuelo y, entonces, nos parece que ya hemos pasado todos los escollos. A continuación te hablamos sobre la importancia de la hidratación durante los viajes en avión.

Volar deshidrata

Para poder atravesar el cielo es necesario crear un entorno habitable para nosotros mismos. Piensa que en las alturas en las que suele volar el avión la temperatura exterior puede rondar los -65 ºC. Sería imposible sobrevivir a un viaje en esas condiciones.

La cabina debe estar acondicionada para soportarlo. Debe haber una temperatura agradable y, obviamente, aire para respirar. Pero el aire se consume y, por lo tanto, resulta necesario introducir aire fresco y oxigenado. La renovación de la atmósfera del avión se hace con aire captado del exterior. Se toma, se calienta hasta alcanzar temperaturas soportables y se introduce en la cabina.

El problema es que el aire exterior es extremadamente seco. Esto quiere decir que el aire captado también lo será y, por eso, la humedad relativa media de un avión ronda el 15-20 %. Una cantidad realmente baja que, en ocasiones, incluso desciende al 5 %. No es el entorno más agradable.

Las consecuencias del aire seco

Los ambientes de baja humedad afectan a tu nivel de hidratación. Pierdes agua a través de la piel para controlar tu temperatura de manera natural, un proceso que en el avión puede aumentar, ya que la calefacción puede sofocarte un poco.

Pero el agua del cuerpo también se pierde de otras maneras. Necesitamos que los pulmones estén húmedos para que puedan cumplir bien su función respiratoria. Cuando inhalamos aire con poca humedad, estamos forzando el secado de los pulmones. El cuerpo debe invertir más agua corporal para preservar la humedad de estos órganos. El aire va secándolos constantemente mientras nosotros lo combatimos. ¿El resultado? La pérdida de agua corporal.

Las superficies mucosas también necesitan cierta humedad. Por eso, cuando viajas en avión sientes la boca pastosa y la nariz y la garganta secas. Los ojos pican y se irritan porque el aire seco capta el líquido que los cubre y los reseca.

En definitiva, sea de una manera o de otra, el agua corporal va desapareciendo y llegan los síntomas de la deshidratación: piel seca, irritación, fuerte sed, dificultades para concentrarse, mal humor, migraña, mareos, etc. La sequedad de las mucosas reduce la resistencia de estos tejidos, lo que te hace más sensible a resfriados, catarros y gripes.

Obviamente, la deshidratación será mayor cuando más largo sea el viaje. Se sabe que la falta de hidratación puede potenciar los efectos negativos del jet lag en los trayectos largos.

¿Cómo combatirlo?

Bebiendo, por supuesto. La preparación del viaje, el ajetreo del aeropuerto y el estrés por el vuelo pueden ocupar tu mente, pero es importante hacer un hueco a la hidratación. Acuérdate siempre de beber agua mineral con antelación. Una botella de Agua de Cortes de 33 o 50 cl te aportará agua suficiente para la primera hora de espera en el aeropuerto.

Una vez en el avión, conviene tomar agua mineral con frecuencia y relativa abundancia. No son recomendables las bebidas con cafeína ni las alcohólicas, ya que, aunque contienen agua, tienen cierto poder deshidratante y no harán más que empeorar la situación.

En Importaco queremos que disfrutes de tus viajes o que, al menos, no te sean una molestia. Ahora ya lo sabes. Atiende a la hidratación durante los viajes en avión bebiendo agua mineral.

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