Queremos tanto a nuestras mascotas que las consideramos parte de la familia. Las mimamos y nos preocupamos por su bienestar. Durante el día a día, esto puede ser bastante rutinario, pero hay circunstancias que suponen un reto. Por ejemplo, viajar.
Puede ser por una mudanza, por unas vacaciones o porque toca irse un fin de semana. Tenemos dos opciones: dejar a nuestros animales con algún familiar o amigo o llevárnoslos con nosotros. Porque no siempre podemos dejarlos al cuidado de alguien en quien confiemos, o porque simplemente nos apetece viajar con nuestros amores de cuatro patas.
A pesar de su carácter independiente, los gatos no son amigos de los viajes. De hecho, pueden serles muy estresantes. Los perros los soportan mejor, pero cualquier mascota puede marearse y sufrir de estrés. Por eso hay que tomar algunas precauciones para que el viaje empiece y acabe sin problemas.
Lo adecuado es habituar al animal a estar en el coche antes del gran viaje. Si puedes, acostúmbralo desde que es un cachorro, tanto al coche como al transportín, con trayectos cortos y ampliándolos gradualmente. Si no has practicado esto durante la primera etapa de la vida de tu pequeño, hazlo durante las semanas previas, siempre en su transportín, jaula o habitáculo adaptado. Prémialos cuando estén relajados y mímalo dentro del coche para que se tranquilice y encuentre menos estresante el nuevo entorno.
El día del viaje, no le des de comer ni de beber en las horas previas a la salida. Esto reducirá el posible mareo y las náuseas. En el caso de los gatos, puedes aplicar feromonas sintéticas en el coche media hora antes de partir. Su olor (solo perceptible por el gato) lo tranquilizará y hará que se sienta en un lugar conocido.
Es imprescindible que el animal viaje en un espacio adecuado a su tamaño. Si se trata de un transportín, lo mejor es utilizar los rígidos con puertas de rejilla, que son más resistentes en caso de accidente. Es necesario fijar el transportín con el cinturón de seguridad si va sobre el asiento trasero. Si lo vas a poner en el suelo detrás de los asientos, tiene que quedar estable y fuera del alcance de la corriente fría o caliente de la climatización del vehículo.
Si el trayecto es largo, deberías parar cada dos horas para aliviar a tu pequeño amigo y darle algún premio, algo de comida (muy poca) y, por supuesto, agua fresca. Lleva siempre en el coche una botella para tu mascota.
Si crees que el viaje puede afectarle mucho, consulta al veterinario con antelación. Este puede recetar algún sedante suave que relaje al animal. El viaje será así más cómodo y seguro para todos.
El calor puede ser muy peligroso dentro del coche. Los perros y los gatos son más sensibles que los humanos a las altas temperaturas. Por eso, uno de los mayores peligros a la hora de viajar con mascotas es dejarlas solas dentro del vehículo con la ventanilla subida con el sol del verano o la calefacción del invierno. En pocos minutos pueden sufrir un golpe de calor, que tiene nefastas consecuencias.
Por eso es importante llevar agua en el coche para tu mascota. En caso de un golpe de calor, es de gran ayuda refrescar al animal mojándole la cara, el abdomen y las patas. Humedece su boca, pero no lo fuerces a beber.
En conclusión, a la hora de viajar hay que tener en cuenta que los animales tienen tantas necesidades como nosotros mismos. Seamos conscientes de que los animales requieren cuidados específicos. Ellos no saben lo que está pasando, no están preparados y su estrés puede aumentar mucho en poco tiempo. Así que desde Importaco te pedimos: ¡haz que estén cómodos y felices durante el trayecto!