Yoga y agua: mens sana in corpore sano

Practicar yoga y beber agua mineral son dos actividades más parecidas de lo que crees. Ambas responden a la misma inquietud y también comparten un objetivo, el de conseguir una vida más sana y agradable.

El primero lo hace desde la disciplina de una controlada actividad física y mental. Beber agua mineral, por otro lado, ayuda al cuerpo a conseguir el equilibrio interno fisiológico. En definitiva, se trata de conseguir una vida más saludable física, mental y emocionalmente.

La hidratación del cuerpo y la mente

El yoga es una disciplina física y mental nacida en la India hace milenios y practicada hoy en todo el mundo. Hay buenas razones para su éxito. El yogui (la persona que lo practica) disfruta de una paz interior y un bienestar físico notables que no entienden de condición sexual, económica, social ni física, y tampoco de edad. Todo el mundo puede alcanzar cierto bienestar con esta técnica de meditación, que no pretende convertirnos en superhéroes, sino solo que encontremos el equilibrio mental. No vamos a entrar aquí en sus fundamentos espirituales, sino que nos quedaremos en esta parte, la de sus beneficios.

Físicamente, el cuerpo se beneficia de los distintos asanas (posturas) que definen a los ejercicios de esta disciplina. Aquí no se trata de cultivar la resistencia aeróbica, de desarrollar musculatura ni de superar ciertas marcas. Tampoco va de adelgazar. Se trata de que los asanas ayuden a conseguir diferentes estados de conciencia en la meditación. Estas posturas van dotando a nuestro organismo de ciertas virtudes realmente importantes.

Beber agua facilita el camino del yogui

Uno de los beneficios es la flexibilidad. A fuerza de practicar, estirar, mantener y volver a estirar, el yogui recupera la flexibilidad y obtiene cierto rejuvenecimiento de los cartílagos. Beber agua mineral, como la de Font S’Aritja, mantiene la hidratación del tejido de las articulaciones, lo que reduce el desgaste del hueso y facilita adquirir los asanas.

Por otro lado, se mejora la llamada propiocepción. Esta es la capacidad de conocer los propios límites, de ser conscientes de nuestra propia musculatura y de la postura corporal. Se desarrollan el sentido del equilibrio y la capacidad de movimiento, lo que permite un mayor control de nuestro físico y mayor resistencia. Aumenta la fuerza y la precisión. Nuestro caminar es más seguro y equilibrado. En este sentido, la hidratación es fundamental para la salud cerebral, que conserva los sentidos despiertos, atentos. El cuerpo bien hidratado es más hábil y eficaz.

Esa hidratación cerebral también es necesaria para aprovechar de verdad los efectos de la meditación en la mente. El yogui se sumerge en un estado de autoconocimiento, equilibrio y paz interior. Descubre cosas de sí mismo y encuentra respuestas que le ponen en contacto con lo importante de la vida. Por eso esta disciplina es tan buena para reducir el estrés y la ansiedad, mejorar el carácter y desarrollar habilidades como la paciencia, la inteligencia emocional o la empatía.

La relajación se convierte en el estado natural del yogui, que, repetimos, puede ser un asceta hindú, pero también tú, tu vecina o tu primo. Todos aprenden a relajarse y a encontrar el valor de las pequeñas cosas. Esas que, en realidad, son las importantes: la amistad, la familia, la pausa, el silencio útil, los alimentos sencillos y la pureza del agua fresca, por ejemplo.

En Importaco lo tenemos claro: si practicas esta disciplina, beber agua mineral es lo lógico. Es la bebida que comparte tu filosofía de vida, que busca pureza, respeto, calma y equilibrio. Di adiós a la toxicidad física y psicológica. Encuentra tu verdadera esencia practicando este deporte y apostando por productos de calidad, limpios y sanos. Si haces yoga, ¡no te olvides del agua mineral!

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