Aire puro, la brisa en la cara, el rumor de los árboles y el sol saludándote. Pocas cosas hay más agradables que salir de excursión campestre o por alguna playa perdida. Sea a solas, con amigos o con la familia, las excursiones son actividades que ponen el reloj vital en hora. Entretienen, relajan, divierten y nos reconcilian con nosotros mismos. Después del puente de Pascua, volveremos al trabajo y al ajetreo, pero en esos días, muchos caminaremos frente a bonitos paisajes que nos llenen de vitalidad y nos ayuden a reconectar con la naturaleza.
Sin embargo, aunque parece un paseo sin importancia, una excursión es una actividad que puede exigir cierto esfuerzo físico y, además, nos expone a pequeños riesgos, en principio, pero hay que tomar buenas decisiones si no queremos que el día se estropee.
Nos referimos a pequeños accidentes pero, en el caso que nos trae aquí, sobre todo, hablamos de deshidratación. El aire, el sol, el calor, la transpiración por el ejercicio físico y otros factores pueden hacernos perder agua corporal. Si el nivel óptimo de hidratación disminuye, entonces podríamos sufrir síntomas desagradables. Y no queremos que un día estupendo se fastidie por eso, ¿verdad?
La deshidratación es un riesgo real cuando estamos al aire libre varias horas. No entiende de estaciones, es algo que puede ocurrir tanto en verano como en invierno. Es cierto que en verano el sol aprieta y se pierde más agua a través de la piel, e incluso se puede producir un golpe de calor cuando falla el poder termorregulador de nuestro organismo. Pero en invierno nos abrigamos mucho y no siempre con los tejidos más transpirables. Una larga caminata de otoño o invierno puede hacernos perder mucha agua corporal sin darnos cuenta.
Con la deshidratación pueden aparecer molestias leves como fatiga y pérdida de capacidades cognitivas (mayor torpeza mental y física, por ejemplo). Esos síntomas ya pueden, por sí mismos, estropearte la jornada campestre. Pero, si no los corriges bebiendo agua, la situación empeorará. Aparecerán molestias más graves como dolor de cabeza o mareo. Más allá encontraremos desvanecimientos y bajadas de tensión. La lista de síntomas puede seguir.
Si no queremos que nos pase esto en la comodidad del hogar, mucho menos en mitad de un monte. Las mejores excursiones nos llevan a lugares lejanos y aislados. ¡Para eso empezamos la travesía! Pero la virtud de esos lugares puede convertirse en su principal problema si la salud se resiente. Por eso es importante equiparse de manera adecuada, tanto los adultos como los niños.
No tiene ciencia. Se trata de llevar agua mineral suficiente como para satisfacer las necesidades hídricas de nuestro cuerpo, pero que no estorbe por su peso o tamaño. No escatimes, puede parecer que una botellita de 33 o 50 cl es suficiente para un adulto, pero créenos si te decimos que haciendo ejercicio físico a la intemperie esa cantidad se queda corta en una hora o menos.
Aunque sea un paseo ligero y corto, lleva siempre una mochila con una botella de uno o dos litros de agua mineral, como las de Agua Doy. Si sois varios, conviene que cada uno tenga su propia botella. Los niños pueden cargar con una de 50 cl. Explícales los motivos y comparte con ellos la responsabilidad de llevar agua. Así aprenderán cosas interesantes y se sentirán útiles. Se debería beber cada poco tiempo y con tragos pequeños. No conviene beber mucho de una sentada.
En Importaco queremos que disfrutes de tus excursiones campestres. En España no nos faltan lugares estupendos para hacerlo. Pero no olvides nunca equiparte bien antes de salir de excursión. Ropa adecuada, un buen bocadillo y abundante agua mineral.