La leche materna está considerada por expertos, nutricionistas y pediatras como el mejor alimento para el progreso y crecimiento del bebé en todos los sentidos. En los seis primeros meses de vida, la Organización Mundial de la Salud recomienda que los pequeños tomen el pecho exclusivamente y a demanda. Por tanto, lo podrías amamantar cuando lo requiera y durante el tiempo que desee.
Estas pautas resultan especialmente útiles en verano: el bebé se hidratará en el caso de que tenga sed y podrá realizar una toma más larga, consumiendo la parte más grasa cuando tenga hambre y necesite nutrición. Tras los seis meses, si denotas que está sediento o te parece inquieto, podrías darle agua también, ya que consumirá otros alimentos y bebidas además del pecho.
En la época estival, con las grandes temperaturas y el ambiente seco, es normal que se pierda más agua. De esta manera, los bebés querrán mamar más frecuentemente, pero en menor cantidad. La naturaleza es sabia y nos ha dotado de leche con más contenido en agua y azúcar al principio de cada toma, de manera que cubre la necesidad de hidratación del bebé.
Por estas razones, y con altas temperaturas, deberías atender las señales del pequeño y no esperar que llore para amamantarlo. Cabecear, llevarse las manos a la boca, sacar la lengua, o emitir sonidos de llamada no te tendrían que pasar desapercibidas.
También hay que considerar ofrecerle los dos pechos para satisfacer antes su sed, ya que aprovechará las partes más líquidas de ambos
Durante cada toma es normal que te sientas sedienta, ya que cuando el bebé succiona la leche aumenta la producción de oxitocina, que a su vez produce sed. Este hecho, unido a las altas temperaturas, hará más necesario el consumo de bebidas habitualmente. Por lo tanto, es muy conveniente que tengas a mano una botella con líquido para poderte hidratar con frecuencia.
Es habitual que mujeres y bebés se acaloren en el momento de la lactancia. Para que ambos estén cómodos, se podrían bajar las persianas y cerrar las ventanas con la intención de hacer descender la temperatura de casa en las horas centrales del día. También se aconseja usar aire acondicionado o un ventilador para refrescar la estancia, siempre con suavidad y sin dirigir el aire directamente a los lactantes.
Para viajar con un lactante, es preferible que organices la ruta y tengas en cuenta que deberías hacer descansos y paradas cuando el bebé lo requiera. Si el trayecto a nuestro destino es largo, habrías de considerar alimentar al pequeño en ruta. Esto supone que, si se va en coche, te obligaría a parar y buscar un lugar y una postura agradable para ambos; alargará el tiempo de ruta, pero resulta necesario. Por el contrario, en tren o avión, la mamá puede darle el pecho cuando la criatura lo requiera, ya que viaja en tus brazos.
El calor puede estropear la leche materna; por otro lado, el lactante necesitará más cantidad para su hidratación. Tendrías que considerar refrigerarla, incluso en una nevera portátil, justo después de la extracción, te aseguras así de que todas las propiedades se conserven.
Como conclusión, hay que ser consciente de que, en verano, mantener la hidratación adecuada tanto para ti como para tu bebé cobra mucha importancia durante la lactancia.
Una dieta equilibrada e hidratarse con frecuencia con agua mineral, como la de Bronchales, te ayudará a mantener el equilibrio del agua en tu organismo. En Importaco apostamos por el consumo de agua de mineralización débil y alta calidad.