Madrugar, correr, jugar, atender en clase, dar brincos en el recreo, digerir el bocata, rendir en clase de gimnasia, pasar calor, volver a correr. A lo largo de la mañana, los niños hacen muchas cosas y en todas ellas consumen agua corporal. El riesgo de deshidratación está ahí. Por eso, los pequeños deberían tener una botella de agua para el cole.
La mañana puede hacerse muy larga para los niños. Hay muchas cosas que aprender, que jugar y que reír con los amigos. Los padres suelen prestar atención a que vayan abrigados y a que se coman el bocadillo o la fruta que hayan llevado. Pero lo cierto es que el elemento más importante para su salud es el agua. Asegurándonos de que tienen ambos, podremos respirar más tranquilos.
La primera de las consecuencias de la falta de agua es la fatiga. Los niños deshidratados entran en letargo, en somnolencia. Aunque podría no parecer muy grave, implica que, de entrada, podrían no tener la misma predisposición a tender en clase. Está aceptado por los expertos que la deshidratación reduce la capacidad de concentración. Falla la memoria, la capacidad de razonar y de captar, encajar y expresar nuevas ideas. Así que, como mínimo, la deshidratación es un factor a tener en cuenta en el rendimiento escolar.
Si no se pone remedio, de la fatiga mental se pasa al mareo y a la debilidad física. Los músculos y las articulaciones necesitan agua para mover esos cuerpos inquietos. ¿Es necesario esperar a salir del colegio para beber agua limpia y sana? Nada de eso.
Como ves, hay razones de sobra para que tus hijos lleven una botellita de agua mineral al colegio.
Muchos niños cargan demasiado peso en sus mochilas y quizá los envases de un litro sean demasiado grandes para llevarlos a la escuela. Por eso, la mejor elección está en la botella de agua mineral de 33 o 50 cl. Las de 33 cl de Agua de Cortes, Agua Doy y Font S’Aritja por ejemplo, tienen un tapón tipo sport, un detalle especialmente cómodo para los niños que corretean por el patio.
En cualquier caso, las botellas pequeñas contienen la cantidad adecuada para reponer los líquidos perdidos durante la mañana. Poniendo fácil el acceso al agua, los niños beberán con más asiduidad y así podrán cubrir sus necesidades diarias de líquido (entre 1,5 y 2 litros).
Es una costumbre que debería introducirse en la rutina diaria. Del mismo modo que te preocupas de que se lleven el bocadillo, asegúrate de que no les falte la botella de agua. También deberías explicarles la importancia de beber con frecuencia. Ten en cuenta que, muchas veces, no le prestan atención a la sed, así que cuéntales las consecuencias de la deshidratación. Por ejemplo, que no podrán jugar en el patio porque estarán fatigados.
Diles que se fijen en la sed y que beban durante el recreo, pero también en clase. Si crees que puede molestar a los profesores (aunque no debería), aconséjales beber en los descansos entre horas o que pidan permiso para hacerlo. Sea como sea, la cuestión es asegurarse de que entienden la importancia de mantenerse hidratados. No deben esperar cuatro horas para beber en el recreo u ocho para volver a casa.
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