La apetencia por el agua mineral natural, como Agua de Bronchales de Bebidas Naturales, no es la misma si tenemos calor o frío. En verano, el cuerpo nos la pide fría. En invierno, más caliente. Parece una decisión lógica, pero ¿es correcta?
¿A qué temperatura deberías beber el agua para que sea más saludable? Profundizaremos en este asunto.
La venta de agua en los supermercados casi siempre se hace a temperatura ambiente. Esto no se hace por recomendación específica para el consumidor, sino porque el agua no necesita una temperatura especial de conservación (dentro de unos límites razonables) y, por lo tanto, no requiere refrigerado.
Sin embargo, hay motivos para recomendar el consumo de agua a temperatura ambiente o simplemente fresca, que muchas veces es casi lo mismo. Tanto el agua helada como la caliente podrían tener consecuencias notables para nuestro organismo.
La elección de una temperatura u otra suele hacerse dependiendo del calor que estemos pasando. El agua, efectivamente, nos ayuda a controlar la temperatura corporal. Pero hay una relación directa entre el calor que estemos pasando y la hidratación. En realidad, lo que nos debería importar es hidratarnos adecuadamente más que refrescarnos rápidamente.
A veces, estamos muy necesitados de hidratación. Por ejemplo, si hacemos deporte y hemos perdido mucho líquido. En esas situaciones, nos interesa sobre todo recuperarlos lo más rápido posible. Lo que importa es que llegue a nuestra sangre para ser distribuida por todo el organismo.
Ese paso del estómago al intestino (donde el agua será transferida a la sangre) se denomina vaciado gástrico. Este depende de varios factores: si los alimentos son sólidos o líquidos, si son ricos en grasas y azúcares, si hay proteínas, etc. También depende de la temperatura del alimento. Si hablamos de agua mineral, el vaciado gástrico puede demorarse unos minutos. En el caso de la comida, puede llevar 4-6 horas.
Se sabe que la temperatura del agua interfiere en su vaciado, y esto es de suma importancia si queremos una hidratación rápida y eficaz. Cuanta mayor sea la diferencia de temperatura entre el líquido y nuestro cuerpo, más tarda en abandonar el estómago. En este sentido, el agua helada (3-5 ºC), muy fría (inferior a 15 ºC) o muy caliente (más de 50 ºC) retrasa la hidratación.
Por otro lado, cuando comemos sólidos acompañados de agua, la temperatura fría de esta puede solidificar las grasas presentes, dificultando y retrasando su digestión.
En conclusión, tanto si queremos hidratarnos bien como facilitar la digestión de los alimentos, conviene beber el agua fresca o a temperatura ambiente (entre 20 y 30 ºC).
Aparte de beber para calmar la sed, lo cierto es que muchas veces lo hacemos para controlar nuestra temperatura. Por eso, tomamos reconfortantes infusiones calientes en invierno y bebidas frías en verano.
Pero hay que tener cuidado. Cuanto más extrema sea la temperatura del agua respecto a la de nuestro cuerpo, mayor será el impacto en el organismo. Esto es especialmente importante cuando hablamos de bebidas frías, que tomadas muy rápido y/o en grandes cantidades pueden causar un corte de digestión. Es una reacción corporal que provoca alteraciones en la circulación sanguínea y el funcionamiento del corazón.
En definitiva, en Importaco recomendamos que consumas el agua mineral a temperatura ambiente, que normalmente está fresca a unos 20-25 ºC. Intenta evitar siempre los choques térmicos y no te dejes llevar por la prisa tomando mucha agua de una vez. ¿Quieres mejores resultados? ¡Bebe de una manera saludable!