recetas tradicionales, puede traer controversia. ¿Por qué? El motivo es la importancia que tiene para cada uno de nosotros el sabor del hogar, de la costumbre. Y pocas cosas hay más sagradas para cada persona que ese toque especial, específico y único de la cocina de siempre de su propia casa.
Porque al gazpacho andaluz le ocurre lo que a la paella o a la tortilla de patatas: nos parece que la manera definitiva de prepararlo es como en nuestra casa. Cada familia, cada hogar y cada restaurante tienen su toque especial. Y es normal, porque cuando se habla de una preparación de origen remoto y casi desconocido, es imposible poner puertas a ninguna receta. La diversidad es la norma.
En efecto, el gazpacho ya existía en Andalucía mucho antes de que el tomate se convirtiera en su ingrediente emblemático. De hecho, los primeros gazpachos, consumidos en el siglo VIII en al-Ándalus, eran sencillas sopas frías de pan desmigado, aceite de oliva y vinagre. No tenían hortalizas y no fue hasta la popularización del tomate y el pimiento, llegados de América, cuando el gazpacho andaluz moderno se convirtió en lo que es hoy.
Seguramente te sorprenda saber que eso no ocurrió hasta hace relativamente poco. Es llamativo que un plato tradicional con tanta personalidad, tan característico por su color y sabor, no tomara realmente su aspecto hasta bien entrado el siglo XIX, después de siglos de existencia. Y, desde entonces, cada persona lo ha transformado según sus gustos en la cocina.
Ahora bien, a pesar de los detalles que los diferencian, todos los gazpachos deben compartir unos ingredientes básicos y fundamentales. Sí, en tu casa quizá se eche más o menos pepino, pimiento o ajo, pero en cualquier caso siempre deben estar ahí. ¿Cómo se prepara el gazpacho andaluz más «canónico»?
Pocos platos entran tan bien en verano como un gazpacho refrescante. Calma la sed, baja la temperatura, estimula la digestión y sacia. Es extraordinariamente nutritivo, pues contiene fibra, muchas vitaminas y minerales, y al mismo tiempo es poco calórico. Una sopa perfecta para los duros días de calor veraniego que, además, es muy fácil de hacer.
Puedes preparar una gran cantidad de una vez y así tener gazpacho para el almuerzo y para la cena. Necesitarás un kilo de tomates maduros (a ser posible, de tipo pera), un pimiento verde italiano, un pepino, un diente de ajo y 50 g de pan duro. Además, unos 100 ml de aceite de oliva virgen extra, 25 ml de vinagre, sal y unos 250 ml de agua. Es mejor que esta última sea agua mineral, como la de Font Teix, que por su pureza no aportará sabores extraños que puedan estropear el resultado.
El gazpacho gana mucho si dejamos las hortalizas picadas macerando unas horas con el vinagre, la sal y un chorrito de aceite de oliva. Deja que liberen su sabor y, a continuación, tritúralo todo con la batidora, junto con el resto del aceite y el agua. Añade estos dos últimos ingredientes poco a poco para asegurarte de que consigues la densidad que más te gusta. Después, refrigera el gazpacho en la nevera y sírvelo frío.
Ahora que ya sabes cómo se hace el gazpacho andaluz, verás que el agua mineral es más que una bebida. En Importaco queremos que descubras que también es un ingrediente importante en muchísimos platos, donde aporta finura sin afectar al sabor de los platos. Así que, ahora que viene el calor, ¡úsala con el refrescante y delicioso gazpacho andaluz!