Los humanos somos animales sociales, lo que implica que tenemos habilidades específicamente diseñadas para las relaciones entre individuos y entre grupos. Es algo que tenemos dentro y que nace con nosotros. Una de las capacidades más importantes es la de poder entender las emociones de otras personas y ponernos en su lugar. Esa capacidad es la empatía y todos la tenemos en mayor o menor grado.
Las personas más empáticas tienen una facilidad innata para comprender el estado de ánimo de los demás, sus preocupaciones y sus alegrías. Esa capacidad suele estar relacionada con la facilidad para relacionarse, caer bien o tener muchos amigos. Y eso tiene mucho que ver con la felicidad.
Ponerse en el lugar de los demás nos acerca a sus sentimientos y, aunque nos acerca a sus sufrimientos, también nos alinea con sus alegrías.
No es que las personas empáticas sean esponjas emocionales y acaben imitando los sentimientos ajenos, es que su especial capacidad empática les permite sentir emociones como la compasión, el cariño, la humildad, la paciencia y la lástima, que pueden expresarse con la tolerancia, la flexibilidad, la solidaridad, la generosidad o el altruismo. No es fácil ser empático y, al mismo tiempo, comportarse con egoísmo, crueldad o intolerancia. Casi parece imposible.
Es algo que llevas dentro constantemente. Es la alegría que sientes cuando le pasa algo bueno a tu amiga. Es la pena que te da pensar en lo mal que lo pasaron tus vecinos cuando aquel accidente. Y es comprender la opinión de otra persona incluso si no estás de acuerdo con ella.
Esa comprensión facilita el acercamiento de posturas, la resolución de conflictos y la negociación, así como la calma, el cuidado y la sanación emocional. Las personas empáticas saben escuchar y eso cambia todo.
La capacidad empática nos permite ser más amables con los demás porque comprendemos su situación. Y eso nos permite ser más amables con nosotros mismos. Fíjate, es casi mágico: ser más empático te facilita reconocer mejor tus propios sentimientos, tus dolores y tus alegrías. En definitiva, la empatía hace que nos relacionemos de una manera más positiva con los demás. Esa forma de ser, más positiva y optimista, nos hace más felices.
Todos tenemos capacidad de ponernos en el lugar del otro, pero también podemos entrenar la empatía. Para conseguirlo no se trata de exponerse a situaciones emocionalmente impactantes, sino simplemente detenernos y aprender a escuchar a los demás y a nosotros mismos.
La meditación, la escucha activa, la reflexión pausada sobre lo que nos pasa y lo que les pasa a los demás… son herramientas que poco a poco refuerzan nuestra capacidad empática. Algunos expertos indican que las novelas ayudan a comprender a los demás, ya que su lectura nos acerca a los pensamientos, actos y emociones de otras personas. Personajes de ficción, sí, pero con emociones reales. Permítete tener un momento para ti, sírvete un vaso de Agua de Bronchales fresca o utilízala para hacer una reconfortante infusión. Siéntate en tu lugar favorito y deja que el silencio te acompañe.
En Importaco sabemos que beber agua mineral es mucho más que una manera de calmar la sed. Forma parte de un estilo de vida que busca la salud y esta solo puede ser completa si es física, mental y social. La felicidad viene de la mano del bienestar, que llega por el camino de la calma emocional. Esta depende directamente de nuestro mundo interior y de las relaciones que establecemos con la familia, los amigos, los compañeros… incluso con los desconocidos. ¿Quieres ser más feliz? ¡Desarrolla tu empatía!