Frasco de la calma con botellas de plástico

Durante muchísimo tiempo, la crianza de los niños ha seguido patrones poco cuestionados, pero desde hace unas pocas décadas se están popularizando alternativas educacionales. El método Montessori destaca entre estas opciones. Y una de sus herramientas es el frasco de la calma.

Si tienes hijos pequeños y sueles navegar por páginas dedicadas a la crianza, seguramente te hayas encontrado con artículos sobre el método Montessori. De hecho, es posible que ya lo estés practicando con tus hijos o estés pensando en introducirte en este sistema de crianza y educación.

Por supuesto, no nos corresponde a nosotros instarte a practicarlo ni a lo contrario. Lo que sí podemos decirte es que podrías experimentar alguna de sus recomendaciones. Por ejemplo, la técnica de relajación y control emocional que permiten unos utensilios curiosos y sencillos como son los frascos de la calma de purpurina.

¿Qué son los frascos de la calma?

El método Montessori pretende dotar a padres e hijos de herramientas para una mayor autonomía, fortaleza interior, creatividad y alegría en los pequeños. Según indican sus defensores y practicantes, los niños son más responsables y están más capacitados para gestionar sus emociones.

Lo que se pretende con estos frascos es tranquilizar y sosegar a los niños cuando estos están pasando por una fase de enfado, rabieta y pataleo intenso. Momentos de auténtico estrés que hacen que exploten enérgicamente de una manera exagerada. Cuando llega la rabia, el llanto o la ansiedad, se ofrece el frasco al niño para que lo agite y observe, mientras se le enseña a controlar la respiración.

La idea es que ver la purpurina del interior flotar y descender produce un estado de sosiego y tranquilidad. El niño aprende a calmarse y a controlar sus emociones negativas.

¿Cómo hacer estos frascos en casa?

Es increíble que un objeto tan simple pueda tener resultados tan notables. El frasco es un artículo facilísimo de hacer. En esencia, es un trabajo manual y se puede hacer con los niños. Al fin y al cabo, se hace por y para ellos, de modo que implicarlos en su fabricación es una excelente idea. Así, el vínculo con el frasco puede ser más profundo y efectivo.

Para ello, necesitas una botellita vacía. La nuestra, por ejemplo, es una botella de 50 cl del refresco de naranja de Refrescos Minerales. Los tamaños de 30 o 50 cl son los más adecuados, ya que los frascos tienen que ser manejados por niños pequeños.

Respecto al contenido, existen distintas «recetas» que puedes probar para conseguir diferentes efectos, aunque todas buscan el mismo resultado: un mar de brillos ondulantes y partículas que se mueven en el agua.

La versión más sencilla requiere mezclar agua caliente del grifo con varias cucharadas de pegamento transparente y otras tantas de purpurina. Se deja la botella con un dedo de aire y se cierra bien con su tapón. Así de fácil.

A partir de esa base se puede sumar un mínimo de complejidad. Se puede teñir el agua con unas gotas de colorante o pintura. También es posible añadir otros componentes además de la purpurina (cuentas de colores o figuritas de plástico, por ejemplo). Existen pegamentos con purpurina incorporada. Si los usas, puedes añadir otra purpurina aparte y así tener varios colores diferentes.

Como puedes ver, es una manualidad sencilla que permite un poquito de creatividad. En un par de minutos se tiene un frasco listo para los momentos de estrés y rabieta.

En Importaco nos parece que la utilización del frasco de la calma es una técnica realmente interesante que merece la pena probar. ¿Tienes hijos temperamentales? ¡Prueba los frascos de la calma!

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