El tren de Sóller

La próxima vez que estés de excursión en Mallorca comprobarás que la mayor de las islas Baleares es más que sol y playa. Ya hemos hablado largo y tendido de las maravillas que esconde la sierra de Tramuntana, un destino turístico tranquilo
que no necesita ningún aditamento playero para merecer el viaje. Por sí solas, estas montañas pueden cubrir todas tus necesidades de ocio y descanso.

Para llegar a estas cumbres tienes varias opciones. Pero una de las más encantadoras es el tren de Sóller, un ferrocarril cargado de simbolismo que nos lleva de viaje por la isla, pero también por el tiempo.

El tren de Sóller, una máquina del tiempo mallorquina

Este ferrocarril parte de Palma y llega a Sóller, en la Tramuntana, en un recorrido de apenas una hora. Pero es, en realidad, un trayecto mucho más largo. El vetusto tren lleva recorriendo los campos de Mallorca impulsado por un viejo corazón de acero que no ha dejado de latir desde 1912. Este motor mantiene en movimiento el tren de madera, pero también la historia de la isla.

La sierra de Tramuntana nos parece ahora algo cercano, accesible. Pero hasta hace relativamente poco, sus habitantes vivían aislados a pesar de la proximidad de la capital. Los escasos 25 kilómetros de distancia con Palma eran una agotadora travesía de cuatro o cinco horas que debía recorrerse en traqueteantes carromatos de mulas por caminos estrechos e inclinados. Una situación penosa que llevó a los humildes habitantes de Sóller a recaudar fondos para llevar el tren a sus puertas. Un gran esfuerzo entonces, convertido en belleza hoy.

Sí, se podría construir un tren más rápido, más moderno, que nos llevara a la Tramuntana con mayor comodidad. Pero ya no sería el tren de Sóller. Sería otra cosa y, sin duda, nunca más un destino turístico por propio derecho. Porque subirse al tren de Sóller es hacer un viaje en el que no importa tanto el destino, sino el trayecto.

Merece la pena tomar el ferrocarril solo por disfrutar del paisaje. Bajarse en una estación, disfrutar del pueblo, entretenerse, esperar al siguiente tren y seguir el viaje entre almendros, olivos y limoneros. Sin prisa, como manda la vida en esta postal mallorquina.

El tren de Sóller y de Bunyola

No podemos olvidar que este ferrocarril desemboca en Sóller, pero antes ha pasado por otros puntos que el viajero no debe perderse. Saliendo de Palma, y tras recorrer los campos circundantes, empieza el verdadero trayecto mágico en Bunyola. Antes de llegar a este pueblo al pie de la sierra de Alfabia hemos tenido la oportunidad de bajar en varios apeaderos, pero ¿quién querría hacerlo pudiendo continuar?

Apearse en Bunyola, sin embargo, está justificado. Una vez salgas de su estación, tan antigua como el propio tren, podrás descubrir rincones con encanto como los jardines de Alfabia. Estos, que datan del siglo XV, constituyen un ejemplo paradigmático del llamado «son», un tipo de jardín característico de Mallorca y de origen hispanoárabe.

Pero el viaje debe continuar y lo hace, ya sí, atravesando la Tramuntana. Traspasamos bosques de robles y alcornoques y cruzamos el pintoresco viaducto Cinc Ponts. Al final, llegamos a Sóller, en un valle repleto de naranjos. Allí nos detenemos en la estación (una fortaleza del XVII) y disfrutamos de sus virtudes arquitectónicas y, por supuesto, gastronómicas. Perderse las ensaimadas de Sóller es imperdonable.

¿Acaba aquí el trayecto? Sí y no. Aquí se detiene el tren, pero de aquí también parte el tranvía que desde 1913 desciende por el valle para acercarnos al puerto de Sóller, abajo en el mar.

En Importaco estamos deseando que conozcas el entorno mágico donde nacen las aguas de Font Teix y Font S’Aritja. ¡Apúntate a esta excursión en Mallorca

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