Un suave sofrito y las especias más frescas. En la olla, el burbujeo perezoso. En la cocina, un aroma hogareño. El guiso está listo y es hora de comer. Pero puede que el resultado no fuera lo que esperabas. ¿Qué puede haber ido mal, si has seguido la infalible receta familiar? Quizá haya sido el agua de la cocción. Es entonces cuando se revela la importancia de cocinar con agua mineral.
A la hora de cocinar cuidamos al detalle todos los ingredientes, los tiempos y las técnicas. Pero muchas veces nos olvidamos de que el agua no es un ingrediente secundario. En realidad, el agua es uno de los más frecuentes en la cocina y no es solo un medio para cocer alimentos o una forma de aligerar salsas. Tampoco es lo de menos en una buena sopa, pues en realidad, en estas, el agua es el 99 % de todo el plato.
En definitiva, ¿por qué olvidamos tan a menudo la relevancia del agua? A continuación hablamos de su importancia al cocinar y de por qué conviene apostar por el agua mineral natural, como podría ser la de Font s’Aritja.
El agua corriente es apta para consumo. Sin embargo, presenta ciertas características que por las que no resulta tan agradable para beber o cocinar. En lo que respecta a esto último, señalaremos dos factores que siempre deben tenerse en cuenta:
– El cloro. El agua corriente se desinfecta para eliminar los agentes biológicos que podrían ser dañinos para la salud. El agua clorada es un logro de la civilización que garantiza la salubridad y la calidad de vida de las personas, eso es innegable. Pero tiene como consecuencias el olor y el sabor a cloro, que, en ocasiones, pueden ser muy intensos. Al cocinar con agua corriente estamos añadiendo un sabor desagradable al plato.
– La dureza. Está determinada por la cantidad de bicarbonato cálcico disuelto. Este aporta un marcado sabor al agua e interfiere en la cocción de los alimentos. Las aguas duras tienen una elevada concentración de esta sal. Es el caso de la mayoría de las aguas del sur y este peninsular. Por eso no sale igual la misma receta en Lugo que en Almería.
Hay preparaciones íntimamente ligadas a la calidad del agua y, por eso, deberíamos optar por no utilizar la del grifo si realmente queremos disfrutar de la comida. Por ejemplo, la simple cocción de arroces, patatas y pastas depende en exclusiva del agua, aunque esta luego se deseche en su totalidad. Estofados y guisos requieren cocciones donde el agua podría alterar el sabor y la ternura de las carnes. El color de las verduras se pierde con aguas duras. En la cocción de ingredientes tan delicados como el marisco, la calidad del agua es fundamental. En caldos y sopas puede estropear por completo la receta.
Los cocineros expertos lo tienen muy claro: para obtener un buen resultado, hay que usar agua mineral. Las de mineralización débil o muy débil permiten respetar al máximo las características de los ingredientes de cada receta, de manera que con una buena técnica se puede sacar lo mejor de cada uno. No se trata de cocinar con agua mineral sin más, ya que tendrá que salarse o condimentarse según convenga, sino de evitar la influencia negativa del cloro y el bicarbonato de calcio. Estos no solo aportan sabores ajenos al plato, sino que lo alteran.
En Importaco queremos que disfrutes del agua y de la comida. No dejes que tu pasión por la cocina o, simplemente, tus ganas de disfrutar de una buena paella se estropeen por una elección equivocada. Comienza a cocinar con agua mineral.