La sierra de Peñagolosa recibe su nombre de la montaña que la corona, el segundo pico más alto de la Comunidad Valenciana. Sus 1.814 metros y sus vertientes escarpadas, especialmente en la cara sureste, destacan en un paraje que se allana alrededor. El macizo se yergue orgulloso, arisco, dificultoso para el visitante. Este, desde la cumbre, puede disfrutar del hermosísimo paisaje castellonense del Maestrazgo, que se derrama ondulado camino del mar. ¿Conoces esta sierra? Te hablamos de ella y de sus aguas.
Aquí el Mediterráneo está cerca en cuerpo, pero no tanto en alma: en la sierra el clima mediterráneo se matiza y difumina. En Peñagolosa las precipitaciones y las temperaturas nos hablan de clima continental, más fresco y húmedo que el de su entorno inmediato. Y de esa humedad sabe mucho la montaña, tanto por fuera como por dentro, pues en su interior guarda un agua tan pura como las nieves que la coronan en invierno.
Se almacena en embalses subterráneos protegidos por la roca, que ejerce de filtro por el que solo pasa el agua en un recorrido de siglos. La composición de esa roca define las sales minerales presentes en las aguas de Peñagolosa. En su paso por las microfisuras y grietas, el agua disuelve y capta pequeñas cantidades de los minerales de ese sustrato: bicarbonato, calcio, magnesio, sodio, etc.
La matriz de Peñagolosa que aporta estas sales está formada por capas de calizas, dolomías, arenas, areniscas y arcillas, rocas sedimentarias con diferente sensibilidad al paso del agua. Durante millones de años, esta ha dado forma a la comarca diluyendo algunos minerales más que otros, lo que ha formado estructuras peculiares que marcan el paisaje: cañones, depresiones, cuencas, galerías, vías, fosas y pozos.
Estas estructuras forman redes de canalizaciones subterráneas que constituyen laberintos secretos donde el agua corre, se almacena, se esconde y brota en manantiales.
Si tuviéramos que destacar un manantial en la provincia de Castellón, sería el de Peñagolosa. De aquí se extrae un agua fina, fresca y saludable que debes probar. De mineralización débil (menos de 500 mg/l de residuo seco) y muy baja en sodio, es perfecta para cuidar la salud de toda la familia.
Eso incluye a los niños porque el agua mineral natural es limpia y no ha sido tratada. A las profundidades en las que se aloja no llegan los microorganismos ni las sustancias contaminantes, por lo que tienes la garantía de beber un producto que conserva una pureza natural. Por eso, son aguas perfectas para la alimentación infantil, sin que sea necesario hervirla para preparar el biberón.
De las profundidades a la botella, sin más. Es una forma de asegurar la calidad y de respetar un proceso milenario que ya es perfecto de por sí y, con ello, respetar también un entorno privilegiado como es el Parque Natural del Peñagolosa. Estas aguas nutren los bosques de pinos, robles rebollos y encinas de la comarca, que a su vez son la base de un ecosistema riquísimo en flora y fauna.
Los habitantes de los municipios cercanos (entre ellos, Cortes de Arenoso, hogar de Agua de Cortes) forman parte de este entorno que debe preservarse. El círculo se cierra: el agua alimenta y emplea a los vecinos y los vecinos protegen su casa.
En Importaco estamos encantados de comercializar el agua mineral de Agua de Cortes porque sabemos que la roca de la sierra de Peñagolosa la ha filtrado con esmero y le ha dado unas excelentes cualidades. ¿Quieres viajar al corazón de este paraje? Puedes empezar probando sus aguas. ¡Conoce su sabor!