Los meses pasan, el invierno queda atrás y aparece la primavera. Mira por la ventana: todo es más luminoso y más claro, la naturaleza renace y surgen las flores, el ambiente es más agradable e invita a salir y tomar el aire. Todo parece más positivo y, sin embargo, tú sientes cierto decaimiento. Curioso, ¿verdad? Quizá estés pasando por la llamada «astenia primaveral».
La astenia es el nombre técnico de un cuadro de cansancio, tristeza y falta de energía. Es una situación que puede ocurrirle a cualquier persona durante todo el año. Pero parece que en primavera podría verse afectada más población al mismo tiempo. Tanta, que ha tomado un nombre propio.
¿Por qué se produce esta apatía en la estación de la alegría y las flores? En realidad, es consecuencia de los mismos factores que parecen traer esa misma alegría. Nuestro organismo todavía sigue el ritmo del invierno, en cuyos meses hemos pasado por más oscuridad y más frío (y con más ropa abrigada).
A eso se suma el cambio horario, que nos obliga a dormir una hora menos hasta que nos habituamos a un nuevo ritmo. Pero también nos impone alterar la hora de las comidas y del trabajo. Eso, sumado al cambio en la luz y la temperatura, causa que el cuerpo pase por una fase de transición durante la cual se siente más fatigado y con una gran desgana.
La adaptación a la primavera es algo que ocurre de manera natural y no suele llevar más de dos semanas. Sin embargo, hay maneras de reducir el impacto y hacer que la transición sea más corta y llevadera. Te damos algunas pautas.
La subida de la temperatura invita a abandonar las sopas, los guisos y otros platos contundentes del invierno. Si sigues consumiendo estos alimentos, tu cuerpo deberá hacer un ligero trabajo extra para gestionar las calorías.
Por eso, es mejor que vayas sustituyendo las preparaciones más calóricas y calientes por otras más ligeras. Deberías apostar por platos más sencillos, de digestiones más fáciles y menor temperatura. Abrazar con entusiasmo las muchísimas frutas y verduras que vienen con la primavera es una manera estupenda de decirle a nuestro sistema digestivo que el invierno quedó atrás.
También tendrías que aumentar tu consumo de agua. El aumento de la temperatura favorece la pérdida de agua corporal (sobre todo si todavía no hemos guardado la ropa de invierno), lo que lleva a situaciones de deshidratación. Entre sus síntomas está la fatiga física, el cansancio, la confusión mental y la falta de energía. Es decir, consecuencias muy en la línea de la astenia.
En primavera deberías beber más agua mineral, como la de Agua de Cortes que te ofrecemos en Bebidas Naturales, que con su pureza y frescura despertará a tu organismo.
La mejor manera de enfrentarse al cambio horario es anticiparse a él. A medida que se acerca la primavera, es buena idea ir adaptando poco a poco los hábitos para ajustarlos al próximo cambio de hora. Esto es mejor que sufrirlo de un día para otro.
En este sentido, adaptar los hábitos del sueño se convierte en algo fundamental. Para descansar mejor deberías hacer lo posible para facilitar el acto de dormir: cenar pronto, oscurecer la vivienda, evitar el ruido y alejarte de los estímulos de la televisión, el ordenador o el móvil.
Por otro lado, hacer ejercicio moderado nos sirve para desfogar, gastar energía, reducir el estrés y facilitar el sueño.
En definitiva, son una serie de hábitos saludables que en Importaco te animamos a seguir todo el año, pero en especial en esas fases de apatía estacional como la astenia primaveral. ¿Ha llegado la estación de las flores? ¡Haz por sonreír!